La industria dominicana del turismo, por pujante que es y lo competitiva que resulta en el Caribe, esta acostumbrada a ser blanco de campanas que se orquestan con cuidado para afectarla, pero es una historia ya conocida.

En la medida en que se hacen denuncias y se van conocieron los hechos reales o las tramas creadas, se va aclarando el panorama.

Ha habido muertes de turistas en hoteles. Cierto.

Pero, para quienes no estén enterados, los turistas no son inmortales y que pueden fallecer por causas naturales y de ello nadie es responsable y menos un sistema de atención hotelera que se reputa entre los mejor instalados de la región y que ve crecer sus visitas. Se han registrado tres muertes así. Pero parecería que el país turístico es el asesino. Gran falacia.

Cierto que una turista,  coincidencialmente experta en seguros  Tammy Lawrence-Daley, denuncia – doce semanas después de ocurridos los hechos- que fue secuestrada y terriblemente golpeada  por un desconocido que la sorprendió, supuestamente cerca de las once de la noche, en el hotel Majestic Elegance  de Punta Cana, hecho que su marido Christopher Daley, reportó su desaparición a las 2.30 de la madrugada.

Cierto que cuando fue encontrada por un empleado en un área del hotel tenía golpes en la cara y una uña del dedo meñique rota, pero también es cierto que no presentaba rasguños ni otras señales de violencia en el cuerpo, portando con ella su cartera y teléfono celular.

El Hotel  Majestic explica que un delegado de la embajada de los Estados Unidos visitó a la señora Lawrence Daley durante su estadía en el hospital, pero ella se negó a presentar una acusación legal a pesar de las recomendaciones de las autoridades locales.

la señora Lawrence exigió, de manera formal, un acuerdo indemnizatorio de 2.2 millones de dólares, lo que fue rechazado por el Hotel, tras lo cual, pasados cuatro meses del hecho, ella divulgó su versión.

El relato de la señora Lawrence-Daley mientras estaba en el hospital, en el hotel y durante las conversaciones con policías y fiscales, presenta contradicciones y datos confusos, que hacen dudar a las autoridades de su testimonio y creer que se trata de encubrir información verdadera culpando a un empleado del hotel.

Dijo que mordió y marco con sus  con sus unas al agresor. Todos los empleados varones de servicio en esa noche fueron investigados por el hotel y la Policía y ninguno tenía esos signos de violencia.

Nuestra industria del turismo esta bajo ataque. Nos corresponde defenderla en la medida en que es una agresión a la economía dominicana. Que no nos quepa duda.

 

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