La Iglesia Santa Bárbara, tras el proceso de arduo y trabajo multidisplinario que incluyó arquitectos restauradores, ingenieros estructurales, artistas plásticos, y decenas de obreros especializados, que tomaron casi dos años, desde el 3 de enero de 2018 hasta su reinauguración, queda ahora establecido como como destino turístico que suma atractivos a la Ciudad Colonial.
La iglesia es receptáculo ahora de la historia, arte y cultura, es un centro comunitario, en una respuesta a la trayectoria de infortunios y ya se sabe que agencias de viaje, hoteles y los tour-operadores han iniciado el proceso de incluir la Iglesia, como parte del recorrido de los turistas y, con seguridad, escuelas y colegios, organizarán recorridos educativos.
La iglesia presenta un estilo español colonial, con detalles en barroco, dos torres flaqueando su frente, arcos en ladrillo, vitrales y campanario centenarios, ocho capillas con diseños de épocas diferentes. decoradas con semiesferas de piedra, que bordean sus arcos y las ventanas, detalla el informe de las obras de restauración.
Emplazada junto al Fuerte de Santa Bárbara, al norte de la Ciudad Colonial y frente a la ría del Ozama, fue la primera parroquia del llamado Nuevo Mundo, antecedida únicamente por la Basílica Santa María la menor, que hoy conocemos como la Catedral de Santo Domingo.
En este templo fue bautizado el patricio Juan Pablo Duarte, nacido el 26 de enero de 1813 y sometido a las aguas bautismales el l 4 de febrero de 1813, hijo de los esposos Juan José Duarte y Manuela Diez, residentes en la calle del Comercio, hoy Isabel La Católica, en la ciudad colonial de Santo Domingo. La pila bautismal aún se conserva esta entre el mobiliario eclesiástico en la actualidad.
Un nuevo destino
La Iglesia de Santa Barbara, reinaugurada ya, se integra a los destinos de la Ciudad Colonial, aportando además un centro para presentaciones, talleres, y funciones de las diversas artes, trabajos que serán entregados a la comunidad para su desarrollo, pero habrá un organismo de regulación que velara por su preservación trabajando en coordinación con los comunitarios.
Larga historia de traumas
La iglesia ha cursado un traumático proceso de hechos catastróficos: dos destrucciones por terremotos y su incendio por parte de los corsarios.
El templo fue fundado por la Orden Franciscana en 1540, todo paso inicial fue dado con el pie izquierdo: a los 31 años de su erección, en 1571 cuando fue destruida su estructura de argamasa y piedras de cantera por un terremoto, consignan los historiadores del periodo colonial, quienes atestiguan que la mala racha del templo siguió cuando 16 años más tarde, fue incendiada por órdenes del pirata Francis Dake, por lo que, pasada la invasión del corsario británico, se volvió a levantar, pero nueva vez fue devastada por otros dos terremotos, uno en 1673 y otro en 1684.
Las obras de restauración fueron dispuestas en 2017 por la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, e iniciadas el 3 de enero de 2018, encargadas a Juan Gilberto Núñez, presidente de la Fundación Luces y Sombras, quien coordinó profesionales y técnicos nacionales y extranjeros para alcanzar la meta: rescatar este segundo templo católico del Santo Domingo colonial.
La iglesia estaba cerrada desde 2009 y camino a ser una ruina, sufriendo vandalismo y tomada por delincuentes y practicas inmorales en su entorno, tenía filtraciones, grietas, y un avanzado estado de deterioro estructural, relata Juan Gilberto Núñez en su informe general de restauración.
Hubo muchas denuncias del abandono a que se sometió este monumento, sobre todo por parte del administrador parroquial, Ángel Yorky de León y varios intentos de recuperación de la Iglesia, entre 2014 y 2016.
El equipo de trabajo
Juan Gilberto Núñez, director general de la restauración, identificó al equipo que hizo esta restauración de Santa Bárbara. En total 37 profesionales dominicanos (desde ingenieros estructurales, antropólogos y arquitectos, hasta restauradores, diseñadores y artistas plásticos), apoyados por tres autoridades españolas en restauración, entre quienes se destacan por asesoría los arquitectos Omar Rancier, Teódulo Blanchard y Eugenio Pérez Montas, e internacionalmente el arquitecto Francisco Jurado Jiménez, el arqueólogo Ildefonso Ramírez González y el ingeniero arquitecto Aníbal Calvo, todos españoles especializados en conservación y restauración de monumentos de la colonia.
Lo que se hizo
Estructuralmente, había que enfrentar una inclinación hacia la izquierda del tempo por fallas en la base, se colocaron hace 40 años “provisionalmente”, pies de amigo de hierro y tensores de acero, para evitar que colapsara y se desplomara, pero esta intervención se hizo eterna y, producto de que no fueron retirados a tiempo, se afectó más la estructura.
Adicionalmente, había un serio problema subterráneo de aguas que cruzaban y que afectaban las bases, amenazando la estabilidad de la estructura. Eso demando una labor de recanalización de esas aguas.
La restauración de la obra incluyó: consolidación de los muros y arcos, la recuperación de las bóvedas, la sustitución, por primera vez, de las piezas dañadas de la techadura de ladrillos por ladrillos para mantener la misma imagen, la limpieza de los muros, contaminados y afectados por la patología por goteo y microaspersión, el diseño y construcción de una plaza con capacidad de 2,500 personas, de un anfiteatro en la parte norte de la iglesia, exterior, con capacidad de 600 personas sentadas en gradas y del jardín del fuerte con capacidad para 400 personas y restauración del tramo de la muralla del entorno de la Iglesia.