SANTO DOMINGO, República Dominicana.- No se trató de un gesto de relaciones públicas, por aquello de hacerlo bien y hacerlo saber bien. Simplemente sucedió y merece por lo menos un discreto reconocimiento.
En medio de la cuarentena decretada por el Gobierno Dominicano y de las estrictas medidas de seguridad sanitaria, el Embajador a Royal Hideaway Hotel, marca emblemática del turismo en Santo Domingo, y el majestuoso Barceló Bávaro Palace, en Punta Cana, decidieron mantener sus operaciones para atender un pequeño grupo de huéspedes.
Desde el principio se sabía que los hoteles del país, especialmente los principales establecimientos asociados al turismo receptivo, debían cerrar sus puertas no solo por las medidas oficiales, sino también porque todas las actividades turísticas del país estaban realmente paralizadas.
El cierre de los hoteles no obedecía solo a una disposición de carácter sanitario. También a una racionalidad operativa, gerencial y económica. Después de todo, los turistas internacionales o locales abandonaron sus hoteles tan pronto se conoció la medida oficial de cierre de toda la actividad turística.
Sin embargo, por ciertas circunstancias especiales unos cuantos turistas se quedaron varados en algunos puntos del país y al no poder regresar a sus destinos de origen, tuvieron que permanecer en territorio dominicano.
Solo unas decenas de huéspedes que de pronto se encontraron en el trance de permanecer en sus hoteles de Santo Domingo y Bávaro, Punta Cana, o enfrentarse a la realidad de buscar un nuevo alojamiento cuando las disponibilidades estaban prácticamente en cero.
Al ser preguntado sobre el momento en que el Embajador a Royal Hideaway Hotel había cerrado definitivamente en medio de la paralización provocada por el Covid-19, el señor Ventura Serra ofreció una respuesta sorprendente: “El hotel nunca cerró, al igual que el Barceló Bávaro Palace en Punta Cana”.
Los dos establecimientos del grupo Barceló decidieron mantener sus puertas abiertas para atender una pequeña cantidad de clientes que en el mejor de los casos ocupaban unas 20 habitaciones, para lo cual debieron contar con unos 70 a 80 empleados.
De acuerdo a Ventura Serra, luego de solicitar la autorización correspondiente, los hoteles cumplieron todos los protocolos de prevención y seguridad sanitaria, adecuando el servicio al nivel de un grado hospitalario.
“Perdimos mucho dinero, pero la empresa entendió que su ética de servicio estaba por encima de la razón económica, y decidió que debíamos apoyar a nuestros huéspedes”, comentó el hotelero español establecido en la República Dominicana desde el año 1991.
El testimonio compartido de manera casi accidental, no por el interés de reclamar un mérito, probablemente confirma la justificación del merecido reconocimiento otorgado por la Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adompretur) al hotel El Embajador en la primera edición del Galardón Luis Augusto Caminero, el pasado año 2019.
Sobre el Embajador y el Grupo Barceló
Construido en 1955 por el Gobierno dominicano e inaugurado oficialmente el 12 de febrero de 1956, el Embajador a Royal Hideaway Hotel fue distinguido por el jurado del nuevo galardón por la excelencia de sus servicios y como una marca distintiva de la hotelería y el turismo en Santo Domingo.
En ocasión de conmemorar su 63 aniversario en el año 2018, el establecimiento presentó sus lujosas instalaciones, resultado de la más amplia renovación de su historia, con una inversión de US$40 millones.
Para la ocasión, Barceló Hotel Group y su emblemática marca de Santo Domingo, en alianza con la Fundación María Batlle, dedicada a ayudar a sordomudos, anunció la creación del reconocimiento: “El Embajador por el Mundo” mediante el cual reconoce cada año una persona local y otra internacional por sus aportes a proyectos de gran impacto social e inclusivo, además de favorecer la conservación del medioambiente y promover la igualdad de género.
Como nota histórica es bueno recordar que los hermanos Gabriel y Sebastián Barceló iniciaron sus operaciones en el país en el año 1983, orientados por el joven pionero y empresario Frank Rainieri, y en febrero de 1985 inauguraron el hotel Barceló Bávaro Beach, el primero construido en la zona de Bávaro.