H. Minaya (El Nacional, 2 de septiembre, 2020)
Ante las distintas crisis económicas y sanitarias acontecidas en las últimas décadas, el turismo ha demostrado una enorme capacidad de recuperación.
Por ejemplo, cabe señalar el atentado terrorista a las Torres Gemelas, en Nueva York, en el año 2001, la gripe A (H1N1) del año 2009 y la crisis económico-financiera que se inició en el mismo año. De todos esos trances, el turismo salió airoso.
Con el anunciado plan estratégico para la recuperación del turismo, el presidente Luis Abinader, a igual que su antecesor Danilo Medina, reconoce el valor del turismo y por eso es este esfuerzo para revalorizarlo, fortalecerlo y aprovechar las oportunidades que ofrece.
Su potencial es tomado en cuenta al crear el gabinete de turismo, presidido por él e integrado por instituciones estatales y del sector privado. Pero falta un aliado importante en este eslabón y es el de la comunicación, que representa la Asociación Dominicana de Prensa Turística (Adompretur).
El presidente Abinader y el ministro de Turismo, David Collado, deben de tomar en consideración a esta institución, cuyos miembros realizan una labor desinteresada de divulgación de las actividades turísticas.
Los turoperadores se sienten excluidos en el plan turístico y señalan que forma parte de la cadena de valor de esta industria y que deben ser tratados igual que a los hoteleros.
El plan es interesante y se apoya en cuatro ejes que son: gobernanza, gestión del riesgo sanitario, comunicación y apoyo económico.
Sin embargo, hay un pilar básico en este plan estratégico que no debe faltar, en razón que hay que atraer un turista con un nuevo perfil, y es un bien estructurado programa de marketing que se corresponda con la nueva realidad poscovid-19.
Lo importante es que el Gobierno se ha decidido a actuar y los operadores del turismo que compiten por su supervivencia no se han quedado con los brazos cruzados.
Ahora, al margen del plan estratégico del Ministerio de Turismo, cada empresa del sector tiene que escoger un plan para su supervivencia y su crecimiento a largo plazo que se adecue a su situación, a sus oportunidades, a sus objetivos y a sus recursos.
Es decir, replantearse la visión del negocio no será una ocurrencia del momento, ya que el mundo cambiará, el tipo de turista tradicional comenzará a transformarse y las condiciones futuras serán cada vez más inciertas. Es aconsejable para el futuro inmediato redefinir las estrategias que guiarán a la empresa de un sector tan poderoso como lo es el turismo.
Hay que prepararse para el futuro, que no eliminará riesgos, pero proporcionará herramientas para enfrentar con mayor astucia los grandes acontecimientos como lo es la crisis económica, para que ésta no repercuta con tanta intensidad como lo hará con muchos negocios de turismo.
Esta capacidad de recuperar el estado de equilibrio es conocido como resiliencia, no obstante, la herramienta para lograrlo dependerá totalmente de la planificación.
Para poder lograr un mayor estado de consciencia como empresa, hay que comenzar a actuar para con los empleados, los clientes y la comunidad receptora, pues sólo así se logrará una recuperación de esta crisis y evolución del propio sector.