Euri Cabral/Reproducido con autorización
El gobierno del reelecto presidente Luis Abinader tiene como uno de sus grandes retos la puesta en vigencia de una reforma fiscal que, de hacerla de forma incorrecta, podría generar graves consecuencias negativas a la economía dominicana, a los sectores productivos y a la población en sentido general.
Todos estamos conscientes de que la presión tributaria de nuestro país, de tan solo un 15%, está por debajo del promedio del continente que se ubica alrededor de un 22%. Pero también estamos conscientes de que pretender alcanzar con la presente reforma fiscal, de un solo tirón, alrededor del 5.3% del PIB, casi 300 mil millones de pesos, es una verdadera locura y un peligro para la estabilidad económica, política y social.
Y decimos esto porque sectores del gobierno han puesto a circular de forma no oficial la propuesta de reforma fiscal que ellos propusieron al país en el 2021, después de subir al poder, y que le fue rechazada de manera firme por todos los sectores y la población dominicana. Ahora circula como una forma de recordarnos cuál podría ser la línea por donde vendría esa reforma. Y en este momento podría ser mucho más agresiva y dolorosa que en aquella ocasión, pues ahora tenemos dos ingredientes sumamente graves que en el 2021 no tenían la magnitud que presentan hoy: Una deuda pública de más de 30 mil millones de dólares y un subsidio al sector energético de casi 3 mil millones de dólares.
De acuerdo a la propuesta de reforma que han expresado sectores fiscalistas del gobierno, uno de sus aspectos principales será quitar los incentivos que existen para el turismo, la industria, las zonas francas y el cine. Esto de por sí es un grave error, pues esos sectores generan miles de empleos y pagan enormes cantidades de dinero al gobierno de forma directa e indirecta, por lo que en vez de ser afectados deberían ser apoyados e impulsado cada vez más.
Analicemos el caso específico del turismo. Este sector ha sido, sin lugar dudas, la punta de lanza del desarrollo que ha tenido nuestra nación en los últimos 20 años. De acuerdo a un estudio realizado por la Asociación de Hoteles y Turismo de República Dominicana (ASONAHORES) “solo en el 2022, el sector turismo agregó valor por 22,190 millones de dólares al producto interno bruto (PIB) dominicano, representando alrededor del 19 %, con una capacidad de multiplicarse hasta tres veces en la economía”.
De acuerdo a cifras aportadas por el Ministerio de Turismo, ese sector para este año 2024 habrá generado más de 700,000 empleos y aportará más de 11 mil millones de dólares a nuestra economía. Si a eso le sumamos que es uno de los soportes fundamentales de la gran cantidad de Pymes que ofrecen bienes y servicios a los más de 10 millones de turistas que ya nos visitan, que es una de las principales fuentes de inversión extranjera y que es el sector que más ha consolidado la Marca País, el gobierno debe pensarlo muy bien antes de afectar al turismo con alguna medida que pueda afectarlo y revertir su consolidación.
Y más aún, pues de acuerdo a ASONAHORES, para los próximos tres años están proyectadas 19 nuevas inversiones hoteleras que sumarán un total de 9,135 habitaciones, con una inversión estimada de 2,936 millones de dólares. De esos 19 proyectos hay cinco que se desarrollan en la zona de Miches y los cuales crearán más de 14 mil nuevos empleos entre directos e indirectos.
El propio Estado dominicano ha estado impulsando un gran desarrollo del turismo en la zona sur del país con el proyecto del Puerto de Cabo Rojo, que tiene proyectado una inversión de más de dos mil millones de dólares y que crearía unas 12 mil nueva habitaciones. Y
en el caso de Puerto Plata, el turismo de crucero ha sido un impulso grande al sector, lo que será más impactante con varios proyectos de hoteles y de bienes raíces que están proyectados ser impulsados en los próximos tres años.
Esto significa que el turismo se sigue consolidando como uno de los principales apoyos de la economía dominicana, por lo que es un absurdo del gobierno querer quitar las facilidades para que ese sector siga creando empleos, trayendo inversión extranjera, apoyando el desarrollo de la agroindustria nacional, multiplicando la creación de Pymes que ofrezcan bienes y servicios a los turistas, en fin, de tomar alguna medida en contra del sector turístico el gobierno estaría “matando la gallina de los huevos de oro”.
Eso que se quiere hacer con el turismo es una línea que se busca implementar con todos los sectores productivos. En otros artículos analizaré la situación del sector industrial, de zona franca y del cine.
Si el gobierno del presidente Abinader no quiere afectar el crecimiento y consolidación de la economía dominicana, lo correcto, lo conveniente y lo inteligente es que la reforma fiscal que han estado trabajando y que van a presentar al país, no afecte la consolidación de ningún sector productivo ni la calidad de vida de la población. De lo contrario, se estaría perdiendo lo más por lo menos.