Luis Jose Chávez

 Especial para Acento.

SANTO DOMINGO. La escuela de la Loma del Chivo no estaba en los planes iniciales de la recién instalada junta de vecinos del barrio cuando los dirigentes, encabezados por Andrés Mañón y Florinda González, y los dos padrinos externos, se reunieron en la casa de Doña Nena para definir las primeras acciones del proyecto comunitario, en el mes de noviembre de 1992.

Lo que si estaba claro en aquella noche de cuarto menguante, era que la urgencia número uno de toda la comunidad  era abordar el problema de la inseguridad  representada por el microtráfico, las pandillas juveniles y otras expresiones de la delincuencia social.

En aquel momento los líderes comunitarios intentaban enviar un mensaje de esperanza a los vecinos empeñados en salir del barrio a como diera lugar, aunque tenían la gran dificultad de que no podían vender ni alquilar sus viviendas por las mismas razones que los inducían a dejarlo todo y escapar.

De manera que cuando se inicia la reunión, la primera idea concreta puesta sobre la mesa fue trabajar de inmediato para conseguir un local o una casa para ubicar un puesto de la Policía en la calle central de la Loma del Chivo, la 21 de enero, donde algún tiempo después se instalarían las principales obras reclamadas por el barrio.

Los vecinos presentes coincidían en el objetivo primario de enfrentar el problema de la seguridad. Pero también surgió el enfoque estratégico de como plantear ese objetivo para motivar la participación activa de los grupos más representativos del barrio.

Rafael Corporan de los Santos fue uno de los alcaldes que visitaron proactivamente La Loma del Chivo. FOTO ARCHIVO LUIS JOSE CHAVEZ.

Así surgió la propuesta, argumentada por quien escribe estas notas, para incluir entre los objetivos iniciales la construcción de una escuela, una cancha y un centro comunal, un paquete que tocaba a los núcleos más influyentes de la comunidad: cabezas de familia, jóvenes y líderes de organizaciones sociales.

El alcalde Roberto Salcedo, fue otro de los ejecutivos municipales que fueron a Loma del Chivo. FOTO ARCHIVO LUIS JOSE CHAVEZ

Esta propuesta tenía que ver la conveniencia de ganar aliados fuera del barrio, especialmente entre autoridades, personalidades públicas, empresarios  y medios de comunicación, en el entendido de que resultaba más atractivo reclamar ese tipo de reivindicaciones sociales que la planta física para un destacamento de la Policía, que por demás era una obligación de la institución del orden.

Tele maratón pro Escuela, Cancha y Centro Comunal para la Loma del Chivo

Luego de discutir esta propuesta, que también fue endosada por el padre Rogelio Cruz, el primero de los padrinos externos del proyecto, se estableció el consenso de gestionar un espacio “prime time”  de televisión para celebrar un tele maratón pro Escuela, Cancha y Centro Comunal para la Loma del Chivo.

Johnny Ventura, arista nacional fenecido, como alcalde tambien acudio a Loma del Chivo.

En mi calidad de periodista, gremialista y regidor me comprometí a tocar las puertas de los principales productores de televisión del momento, comenzando por Freddy Beras Goíco, Rafael Corporán De Los Santos y Roberto Salcedo.

De inmediato elaboramos el proyecto de producción del tele maratón, que incluía la creación de un Comité de Apoyo integrado por personalidades consultadas, a quienes solicitamos que nos permitieran utilizar sus nombres para la causa.

Así tuvimos el endoso formal de la senadora Milagros Ortiz Bosch; del rector de la UASD, Roberto Santana; de la regidora y dirigente peledeísta, Mercedes Sabater de Macarrulla; de la diputada reformista Milagros Díaz; del regidor perredeísta Roberto Castillo Tió; del regidor peledeísta Ángel Casado Montilla; y  de los periodistas Juan Bolívar Díaz, Radhamés Gómez Pepín, Leo Corporán y Rafael G. Santana.

Se trató del primer paso para plasmar una alianza público social en torno a este proyecto comunitario.

Cuando visitamos al productor de “El Gordo de la Semana” en su local de la avenida Bolívar, encontramos una actitud receptiva en el mismo Freddy Beras y en su asistente Geovanny Cruz, pero con una objeción que no pudimos rebatir en el momento: la Loma del Chivo era una comunidad totalmente desconocida y existían varios lugares que se identificaban con ese mismo nombre en el viejo Gran Santo Domingo.

Freddy se ocupó de recordarnos que los tele maratones que él organizaba se orientaban a causas de gran peso nacional y para patronatos e instituciones ampliamente reconocidas, cuando no a socorrer a damnificados de algunas  calamidades o desastres naturales.

Nuestra conversación con Rafael Corporán de Los Santos, con quien había trabajado como periodista en el noticiario de Radio Popular y con  quien compartía en mi  calidad  de regidor en su gestión como síndico en el período 1990-1994, los argumentos fueron diferentes pero con el mismo resultado.

“A la tercera es la vencida”

Efectivamente en el mes de diciembre del 1992 me reuní con el productor de televisión Roberto Salcedo, en su oficina de la calle El Vergel, y le hice la propuesta. Su respuesta me sorprendió. Dijo que contara con su espacio de “7 por 7 Roberto”, en Tele Antillas.

Sin tener la más mínima idea, en ese momento estaba despertando en el personaje artístico el gusanito de la política y  su primer vínculo con los temas de la ciudad y de los barrios que más adelante le serviría de base en su todavía insospechada  carrera política para lograr la  sindicatura de la Capital.

Fueron muchos los viajes y las llamadas, pero finalmente se fijó el 25 de julio de 1993 como fecha para el Tele Maratón pro Escuela, Cancha y Centro Comunal de la Loma del Chivo.

No fue exactamente un tele maratón en el sentido convencional que conocemos, pero en el programa de la fecha la producción de Roberto nos permitió utilizar en cada pausa comercial unos minutos para que el panel integrado por personalidades invitadas, llamaran al público a comprometer su apoyo con la causa del evento.

Además de llamar públicamente a los potenciales colaboradores, también hacíamos contactos por la vía telefónica y le asignábamos a los voluntarios seleccionados una determinada suma de dinero, como sucedió con Hipólito Mejía, quien hizo un aporte de 12 mil pesos;  y con Antonio Isa Conde, quien donó  miles de unidades de pasta dental “Combate” que fueron muy bien vendidas en el barrio.

Al final, el tele maratón logró recaudar alrededor de 135 mil pesos, entre dinero en efectivo y en especies, para esa época una buena suma de dinero y lo suficiente para sentir que habíamos logrado un importante éxito moral y económico.

La celebración del Tele Maratón implicó  una actividad paralela denominada Un Día con el Barrio 27 de Febrero, con presentaciones de artistas y activistas culturales y con la presencia de algunas notables personalidades,  entre ellas el futuro síndico Johnny Ventura, quien recorrió, rodeado de multitudes,  una buena parte del barrio, y además se comprometió  a respaldar el proyecto, como lo hizo más adelante.

Con el dinero recaudado la Junta de Vecinos de la Loma del Chivo tomó la temeraria decisión de comprar una casa de varias  habitaciones, ubicada en la calle 21 de enero, con la idea de utilizarla como local y  escuela de inglés  y negociar con la Policía la instalación de un destacamento, tal como se había previsto en los planes iniciales.

Para ese momento, ya la comunidad organizada había logrado avances importantes luego de establecer una alianza con la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) y con su titular, contralmirante Julio Cesar Ventura Ballonet para enfrentar el micro tráfico y la delincuencia asociada a ese delito.

De hecho, la comunidad había puesto en práctica algunas iniciativas para controlar las pandillas juveniles y el microtráfico. En el primer caso, la Junta de Vecinos convocó a los padres de familia y a los muchachos más bellacos y en una especie de  asamblea popular se les llamó a capítulo para que pusieran punto y final a las pandillas. Y funcionó.

En el caso del microtráfico, los vecinos, debidamente coordinados con el  director de Control de Drogas y otros oficiales de la Policía, establecieron un sistema   de vigilancia comunitaria en horas de la noche para ponérsela difícil a los distribuidores, e inclusive a oficiales vinculados a los traficantes que incursionaban en el barrio presumiendo su jerarquía pero que tuvieron que poner pies en polvorosa cuando los vecinos llamaban  o simulaban llamar a altos responsables de la DNCD o de la Policía para reportar los incidentes.

Pero su estrategia más brillante y efectiva fue la celebración de un torneo de dominó ampliamente concurrido  que duró 21 días consecutivos ocupando cada uno de los puntos del microtráfico y saboteando  el negocio de los distribuidores. Y también funcionó. Los puntos tuvieron que trasladarse a otras zonas vecinas, donde también se crearon juntas de vecinos para ampliar la respuesta comunitaria en alianza con la DNCD,  iniciada en la Loma del Chino.

El resultado de las actividades públicas realizadas por la Junta de Vecinos en su objetivo de contar con una escuela, una cancha y un centro comunal, ayudó a crear un ambiente favorable para continuar los esfuerzos de atraer padrinos y hacer alianzas estratégicas para avanzar.

El siguiente paso era tomarse en serio la idea de lograr la escuela que necesitaba el barrio para recibir a cientos de niños del barrio que se quedaban fuera del sistema público escolar por falta de cupo en las comunidades vecinos, o porque su padres no podían inscribirlos en un centro privado ubicado en la misma demarcación.

Fue en esa coyuntura que entraron en juego dos aliados muy importantes. Ventura Bayonet y el síndico Rafael Corporán De Los Santos, quien ya simpatizaba abiertamente con el proyecto. Con apoyo de ambos se organizó el Maratón de la Salud contra las Drogas, en el mismo barrio 27 de Febrero, donde también se sumaron varias instituciones públicas y privadas.

El Maratón, además de constituir un concurrido evento de competición atlética, también  funcionó como actividad de recaudación para apoyar el proyecto de la escuela, la cancha y del centro comunal.

Las recaudaciones ascendieron a más de 300 mil pesos, incluyendo un importante aporte del cabildo de la capital, sentando las bases para plantearse seriamente la adquisición del terreno para la escuela. Ya la junta de vecinos había identificado un área ocupada por 13 viviendas en la calle 21 de enero, que ofrecía las condiciones para la edificación y cuyo propietario estaba dispuesta a vender, siempre y cuando alguien se ocupara de desalojar y reubicar a los inquilinos.

La junta de vecinos asumió el reto y decidió negociar la compra del terreno con el compromiso de reubicar a los ocupantes, pagando las mejoras o  asignando un monto compensatorio para que se pudieran mudar dentro del barrio o en otros lugares.

Pero el dinero no era suficiente para cerrar el negocio y entonces el comité de apoyo, por nuestro intermedio, negoció un acuerdo con el administrador del Banco Agrícola, Amílcar Romero, para que le entregara periódicamente a la Junta de Vecinos,  una partida de arroz a consignación, para que se vendiera en el barrio y devolviera el costo comprometido, aplicando  los beneficios, que oscilaban entre 10 mil y 12  mil pesos, a los fondos del proyectos.

Esa operación realizada cada 10 o 15 días representó una importante inyección de recursos  para materializar la compra del terreno. Cuando se logró la suma acordada, se formalizó la compra,  se reubicaron las 13    familias y se pasó a la  siguiente etapa.

Luego de asegurar el terreno y proceder a la reubicación de las 13 familias que lo ocupaban, la Junta de Vecinos de la Loma del Chivo y sus asesores iniciaron las diligencias para gestionar el apoyo del Gobierno, haciendo contactos con diversos dirigentes políticos y  funcionarios del Gobierno de Joaquín Balaguer vinculados al sector de la construcción.

Así apareció el nombre del ingeniero Bienvenido Martínez Brea (Bebecito),  para entonces director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE), que parecía ser el hombre clave, no solo por el cargo, sino también por sus antecedentes.

Bebecito, atleta, inmortal del deporte dominicano y uno de los más prolíficos constructores del país, tenía en su historial haber sido responsable de la construcción de los estadios Quisqueya, Cibao, Tetelo Vargas y La Normal, de un coliseo de boxeo y del desaparecido Hipódromo Perla Antillana.

Martínez, en su calidad de director de la OISOE propició la construcción de instalaciones deportivas en los principales clubes de la capital, incluyendo Mauricio Báez, San Lázaro y San Carlos.

Cuando una comisión de la Loma del Chivo le presentó el proyecto en su oficina del barrio de Honduras, su respuesta no solo fue positiva, sino también entusiasta.

Los trabajos se iniciaron en el 1994, continuaron con algunas interrupciones en los primeros meses del nuevo gobierno de Leonel Fernández, y se entregó a la comunidad en 1997, luego que los comunitarios realizaran un piquete en la avenida Padre Castellanos para reclamar su terminación.

El acto inaugural contó con la presencia del viceministro de educación Francisco Cruz Pascual, de la senadora Milagros Ortiz Bosch, del productor de televisión Roberto Salcedo, de la diputada Milagros Díaz, del ex regidor Ángel Casado, de los dirigentes comunitarios Andrés Mañón y Florinda González y de la fundadora de la Loma del Chivo, Doña Kika, memoria viva de la historia del barrio. Quien escribe tuvo el honor de hacer el corte simbólico de la cinta.

FUENTE: Loma del chivo, la comunidad que derrotó la delincuencia y cambió la vida de su gente | Acento

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