Para alcanzar esta meta, debemos aliarnos a la “economía azul”, que busca mejorar el bienestar humano y la equidad social, al tiempo que reduce el riesgo ambiental a través de una mejor administración y conservación de los océanos. Desde hace años, en RD, se están gestionando iniciativas con ese fin.

La relación del ser humano con el mar es antiquísima. Junto con los océanos que cubren las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, sus aguas nos proporcionan bienestar.  Por ejemplo, para su sustento, más de tres mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera, que es tan vital para la salud humana y de nuestro planeta.

Muchas investigaciones confirman que esta gran masa de agua desempeña un papel valioso en el equilibrio social, económico y ambiental, pues gracias al fitoplancton, liberan más oxígeno a la atmósfera que todos los bosques combinados del mundo. Sin embargo, es un recurso extremadamente frágil, por eso, su protección es una prioridad mundial.

En el ámbito turístico, el mar y los océanos ofrecen un deleite a quienes aman hacer actividades acuáticas, deportivas y recreativas. Tanto es así, que muchos países de economías fuertes y en vías de desarrollo, consideran a esta industria como un motor de crecimiento porque aporta billones de dólares a la economía mundial.

Otra realidad inapelable es que el turismo depende en gran parte de los recursos naturales, así como de la riqueza de sus paisajes marinos y terrestres que ofrecen salud, descanso y relajación. Por eso, la importancia de preservar los ecosistemas que sustentan estas actividades.

Rob Brumbaugh, director of Ocean Planning & Protection; y el economista Pawan Patil, en su reportaje “El turismo sostenible puede impulsar la economía azul: invertir en la salud de los mares es sinónimo de generar riqueza oceánica”, explican que “el turismo costero y marino representa una proporción considerable de la industria turística y es un componente importante de la creciente y sostenible economía azul, que contribuye con más de 6,5 millones de empleos, ocupando el segundo lugar después de la pesca industrial”.

Pero, en qué se basa la ¿‘economía azul’? En la información “Recomiendan al Gobierno involucrar a jóvenes en desarrollo economía azul”, publicada este año en Diario Libre, Mayrret Sierra, experta en Negocios Internacionales, afirma que la ‘economía azul’, es un término relativamente nuevo, que tiene como objetivo mejorar el bienestar humano y la equidad social; al tiempo que reduce significativamente el riesgo ambiental, mediante el fomento de una mejor administración y conservación de nuestros océanos”.

Este planteamiento es tan relevante que el Objetivo número 14 de la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, nos invita a alcanzar el desarrollo sostenible, conservando nuestros océanos, mares y recursos marinos, en el entendido de que esas fuentes de vida impulsan los sistemas mundiales que hacen de este planeta un lugar habitable.

De aquí al 2030,  la meta 14.7, insta a la comunidad internacional “a aumentar los beneficios económicos que los pequeños estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados obtienen del uso sostenible de los recursos marinos, en particular, mediante la gestión sostenible de la pesca, la acuicultura y el turismo”.

Atendiendo a esa petición, a nivel mundial, el sector del turismo se ha comprometido a trabajar a favor de los mares y océanos para que las próximas generaciones los disfruten. A su vez, reconoce que a largo plazo, el potencial económico del turismo depende de la puesta en marcha de prácticas sostenibles y de la reducción al mínimo del impacto de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos.

Compromiso con la vida marina

Gestionar bien las áreas marinas es clave para garantizar que se preserven los ecosistemas que sustentan el turismo. Por eso, muchos ambientalistas aconsejan poner en marcha reglamentos que reduzcan la sobrepesca, la contaminación marina y la acidificación de los océanos, acciones que están teniendo un efecto adverso en el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad.

De ahí que el turismo tiene un gran compromiso en la protección de la vida marina, así lo confirma Taleb Rifai, quien fue Secretario General de la Organización Mundial del Turismo hasta 2018. Una cita de su autoría refiere lo siguiente: “cuando cerramos los ojos y pensamos en vacaciones, soñamos con islas y destinos a la orilla del mar porque estos lugares se describen siempre como ideales para un viaje perfecto”.

Rifai certifica que la demanda turística atañe principalmente a las zonas costeras, en particular a las islas, en el entendido de que “las costas del mundo tienen la mayor concentración de inversión e instalaciones turísticas. A medida que el sector del turismo continúa expandiéndose —1.200 millones de turistas viajaron por todo el mundo en 2016— debemos hacer frente al desafío de lograr un desarrollo sostenible en los destinos costeros e insulares, especialmente por lo que se refiere al cambio climático y a la biodiversidad, al tiempo que aprovechamos al máximo el potencial del turismo para contribuir a la llamada ‘economía azul’ y para crear el tan necesario empleo”.

En ese contexto, Taleb Rifai hace hincapié en que para fomentar el turismo costero sostenible es necesario reforzar los marcos normativos y asegurar una gobernanza eficaz porque “la sostenibilidad puede mejorarse si la planificación del turismo se integra en un contexto más amplio de ordenación costera, se refuerza la evaluación de los proyectos de desarrollo turístico, se mejora el control y la gestión de las empresas turísticas y se destinan mayores beneficios a la conservación y a las comunidades locales”.

Rifai es optimista al decir que el turismo podría convertirse en una de las mejores herramientas para promover la protección de los océanos y los mares a nivel mundial.

A su entender, los hoteles podrían patrocinar campañas de sensibilización sobre la fragilidad de los océanos y promover iniciativas en las que los viajeros reciban información sobre la vida marina y especies como los delfines, las ballenas y los arrecifes de coral. Además, propone que los sectores público y privado, la sociedad civil y los organismos internacionales de desarrollo formen coaliciones para promover prácticas sostenibles en las zonas costeras.

Puntualizó que “de esta forma, el turismo podría desempeñar un papel esencial en la protección de la singular biodiversidad, marina y terrestre, de las zonas costeras e insulares. Estos recursos naturales constituyen una fuente esencial de ingresos económicos y empleo para las comunidades locales y proporcionan los recursos financieros necesarios para la protección de las zonas costeras”.

Retos para RD

Entendidos en la materia, aseguran que el aprovechamiento de esta “riqueza oceánica” demanda un enfoque deliberado sobre los tipos de inversiones que promuevan la ordenación del espacio marino, zonas de gestión marítima bien diseñadas y financiadas; y nuevas herramientas que ayuden tanto a las comunidades locales como a los gobiernos a tomar las mejores decisiones posibles a largo plazo.

En República Dominicana tenemos aproximadamente 1,600 kilómetros de costa, con 600 kilómetros de muchas de las playas más hermosas del mundo, y en cuyas aguas hay una vida marina de indudable riqueza. Son esas playas, las que año tras año atraen a millones de turistas de diferentes latitudes del mundo.

Sin embargo, la especialista Mayrret Sierra entiende que, “lamentablemente el Estado dominicano, al parecer desconoce de la enorme fortuna que podría generarle la economía azul y de la oportunidad de trabajo”.

Sierra, quien además asesora a inversionistas extranjeros, recomienda al Gobierno a tomar las recomendaciones de los organismos internacionales, como la Naciones Unidas (ONU) para integrar a jóvenes que lideran y dan seguimiento en torno al crecimiento sostenible que se reflejará en atracción de inversión de calidad.

Para alcanzar esta meta, los ministerios de Medioambiente y Turismo aun esfuerzos, así lo describen en la “Guía de paisajismo en zonas costeras”. En este documento Jonathan J. Delance Fernández, coordinador Nacional del Proyecto Biodiversidad Costera y Turismo sostiene que “República Dominicana exhibe un desarrollo turístico importante en las costas con una trayectoria reconocida por sus logros y sus aportes a la economía, un modelo de referencia para todo el Caribe. Comprometida con que el destino mantenga su alta calidad y distinción, reconoce que esta diferenciación competitiva se debe a sus unicidades: su gente, su cultura y su naturaleza”.

Además de estos ministerios, en el país existen otras organizaciones que tienen como misión velar por la salud de nuestros recursos marinos: Reef Check, la Fundación PuntaCana, el Programa EcoMar, Inc., Fundemar y Vida Azul, son alunas de estas.

Vale destacar que días antes de finalizar el mes de noviembre, el presidente dominicano, Luis Abinader, encabezó la firma de dos acuerdos para la mitigación y manejo del sargazo en las costas y la intervención de 35 playas incluidas en proyectos inmediatos de rescate.

El primero fue entre el Ministerio de Turismo (MITUR), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Asociación de Hoteles y Turismo de República Dominicana (Asonahores) y el segundo fue entre MITUR y Asonahores, en el cual se comprometieron a constituir el fondo para la “Mitigación y el Manejo del Sargazo en las Costas de República Dominicana”.

Los representantes de este sector destacaron que algunas de las playas a intervenir requieren ingeniería para revertir o mitigar los niveles de erosión; mientras otras se pueden recuperar con acciones ambientales y de menor costo. Puntualizaron además que con esta iniciativa se sientan las bases para la gestión integral de las costas del país.

Un poco más atrás, como parte de la Cooperación Técnica ATN/OC-16820-DR, del BID, el lunes 11 de mayo fue firmado el contrato con la consultora IH Cantabria que llevará a cabo el “Estudio de Factibilidad Para el Manejo Costero Integrado”.

 

La «economía azul» más allá de nuestras costas

En nuestra área del Caribe, un total de 37 países tienen costa que sirve de apoyo a sus economías. Como resultado de una investigación realizada en 2015, por el Banco Mundial (BM) a solicitud de los gobiernos del Caribe; las actividades económicas como el turismo, el transporte marítimo y la pesca podrían generar 407.000 millones de dólares para el año 2050, un 17,7% del Producto Interior Bruto de la región.

El estudio de la referida institución financiera, expone que el turismo es responsable de más de dos millones de empleos; a la vez, que genera unos 47.000 millones de dólares al año, mientras que el sector de la pesca produce alrededor de 1.200 millones de dólares anuales por ingresos de exportaciones.

Dicho informe detalla que la ‘economía azul’ toma en cuenta la extracción de minerales; el transporte y comercio marítimo; energías alternativas; biotecnología marina; turismo; recreo marítimo y la pesca, entre otros.

Para profundizar más en este punto, rescatamos una declaración de Pawan Patil a la agencia EFE, en la cual animó a los territorios con costa caribeña a maximizar los recursos de la economía azul, “porque ayudaría a incrementar las economías de los habitantes de la zona”.

 

Recuperación clave para el turismo

Garantizar una gestión efectiva de este recurso es clave para la recuperación de la industria turística que ha sido tan afectada por la pandemia de la Covid-19. En nuestras manos está que la conservación de los ecosistemas marinos y terrestres sea puesta al servicio de la “economía azul”.

 

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